AMPARO SÁNCHEZ AT BIBLIOTECA MONTSERRAT ABELLÓ - BARCELONA-


                      El periodista y escritor Toni Castarnado ha dado imagen y sonido a su libro escrito recientemente ELLAS CANTAN, ELLAS HABLAN, una serie de entrevistas que intentan acercar al público algunas de las cantantes mas interesantes del panorama actual en nuestro pais , según  criterio del propio autor. La última de estas entrevistas/presentaciones ha estado dedicada a AMPARO SÁNCHEZ., una  mujer con un background impresionante tal y como ha quedado reflejado esta tarde en la Biblioteca recientemente inaugurada en el barrio barcelonés de Les Corts que lleva el nombre de MONTSERRAT ABELLÓ ,poetisa , escritora y traductora nacida en Tarragona . 
Os dejamos con unas fotillas y unos videos de la velada. 
Tambien info. de los dos protagonistas del evento. 


Info en Efe Eme

“Decido cambiar el nombre porque la gente relaciona Amparanoia con un tipo de propuesta alegre y bailable, y con Amparo Sánchez el planteamiento es otro y pensé que era sincero por mi parte cerrar esa etapa y empezar esta”

Amparanoia ya no es Amparanoia. Su nuevo disco, “Tucson-Habana”, viene firmado como Amparo Sánchez. Una manera de dejar constancia del comienzo de una nueva etapa, que Amparo, en esta entrevista, define como menos festiva y en cuyo estreno ha contado con el apoyo de Calexico.



Texto: JUAN PUCHADES.
Foto: SERGIO RODRÍGUEZ.


Detrás de “Tucson-Habana” (Pias) están Joey Burns y John Convertino, las dos cabezas visibles del grupo Calexico. Y hasta la ciudad de éstos, Tucson, para grabar con sus amigos, se fue Amparo Sánchez con la intención de dejar atrás su pasado como Amparanoia y abrir un nuevo capítulo en su carrera artística. Luego, para rematar el disco, todos viajaron hasta La Habana para grabar en los míticos estudios Egrem. Allí, incluso Omara Portuondo se sumó al viaje sumando su voz a uno de los cortes del disco. Estamos ante una nueva Amparo Sánchez.

Todos pensábamos que Amparanoia eras tú, que aquel era un proyecto que dirigías tú en solitario, ¿por qué el actual cambio de nombre?
Sí, era mi proyecto, pero siempre rodeada de un equipo de gente, como lo estoy ahora, con músicos que colaboraron en esa fusión que proponía. Pero sí, fue un proyecto que pensé yo, que un día lo hice nacer y que un día pensé que esa propuesta musical por mi parte estaba ya satisfecha y que quería empezar de nuevo, buscando mi estilo, y con otras canciones. Y decido cambiar el nombre porque la gente relaciona Amparanoia con un tipo de propuesta alegre y bailable, y con Amparo Sánchez el planteamiento es otro y pensé que era sincero por mi parte cerrar esa etapa y empezar esta.

¿Y cómo te planteas este nuevo proyecto, cuáles son las líneas generales que lo van a definir?
En principio quería hacer un álbum muy acústico, y al final es acústico y tiene el sonido que buscábamos, pero sí hay diferentes instrumentos. Quería volver a la voz y a la guitarra con poca instrumentación, y donde la voz fuera, principalmente, el vehículo de transmisión de las canciones. Es decir, que la que la voz guiara a la canción y no al contrario. En principio comencé a trabajar solo con guitarra, contrabajo y voz y, más tarde, cuando Calexico me invitan a ir a Tucson, empezamos a incorporar otros instrumentos como la batería, el piano, guitarra eléctrica, chelo… para crear en cada canción lo que queríamos transmitir, no destacando, sino por debajo, usándolo como adorno.

En el disco lo que se nota mucho el sonido de Calexio, ¿era tu intención cuando te metiste a trabajar con ellos, que se apreciara su sello?
Sí, claro, ya habíamos tenido varias colaboraciones juntos y siempre nos sentíamos muy bien y todo este repertorio, cuando ellos lo escuchan y me ofrecen que vaya a Tucson a grabar con ellos, de alguna manera me podía imaginar cómo podía sonar, pero a mí, de alguna manera, me ha sorprendido el resultado final porque ellos han trabajado con mucho respeto hacia lo que era la canción original, adornando y dándole esa sutilidad a cada canción.

¿Cómo ha sido la experiencia de grabar en Tucson?
Se ha grabado en dos partes: en 2007 grabamos en Tucson, y en 2009 en La Habana.

¿Grabaste en 2007 una parte?
Sí, la primera parte se grabó en 2007.

Es decir, que hace tiempo que arrastras este proyecto.
Sí, es que esto lleva su tiempo, yo estaba preparando el DVD de Amparanoia, pero ya estaba escribiendo temas para este disco. Así que sí, iba un poco ya investigando por otro sitio. Me llevó un tiempo, primero tomar la decisión, tener la seguridad de que lo que estaba haciendo merecía la pena compartirlo, enseñarlo y hacer la gira de despedida y cerrar Amparanoia. Así que ha habido un periodo de tiempo entre una grabación y otra.

¿Calexico también fueron a las grabaciones en La Habana?
Sí, el mismo equipo que estuvimos en Tucson, viajamos a La Habana, con el mismo concepto, con el mismo material analógico, igual que en Tucson fuimos a La Habana.

¿Qué buscabais al ir a La Habana?
Buscábamos la sala de los estudios Egrem, que a nivel técnico cumplía los requisitos al igual que en Tucson, y había también un componente emocional: Tanto Calexcio como yo habíamos hablado muchas veces del disco “Buena Vista Social Club”, y pensábamos que sería buenísimo ir algún día a ese estudio. También hemos grabado tocando todos al mismo tiempo, por tanto necesitábamos un estudio concreto donde pudiésemos estar todos cómodos y allí entraba a la perfección.

¿Los estudios Egrem tienen un plus mitológico?
Por supuesto, ahí han estado desde Nat King Cole a Benny Moré, por supuesto que “Buena Vista”, pero sí, son los estudios míticos de La Habana vieja por los que ha pasado todo el mundo. Allí hay una energía especial.

¿Cómo surgió la colaboración con Omara Portuondo en el tema ‘La parrandita de las santas’?
Fue un poco por casualidad, cuando ya teníamos reservadas las fechas en Egrem y estábamos terminando los últimos detalles de la producción, me preguntó un productor que estaba allí –productor de cantidad de discos que se hacen en Egrem–, si quería algún músico para algún tema y le expliqué que no, que veníamos el mismo equipo que habíamos grabado y que queríamos conservar ese sonido, pero que, como sueño, me encantaría cantar con Omara Portundo, y aparte que tenía un tema en el que pensaba que ella podía encajar muy bien. Él le habló de mí, imagino que ella pidió referencias y djo que sí, que estaba interesada en hacerlo y allí vino al estudio, cantó el tema y estuvimos charlando toda la mañana. Una señora increíble, con una voz maravillosa, una persona muy educada, muy inteligente, muy despierta, es creíble. Todo fue muy casual, ella estaba en esas fechas allí y dijo que sí. Es un lujo el tener esa canción con nuestras dos voces juntas.

Cantas, en el disco, que no eres una turista accidental, pero sí te gustan los viajes musicales, ¿no?
Sí, la verdad es que los viajes siempre van ligados con la música. No soy turista por eso, porque no voy a los lugares a conocerlos porque sí, sino porque por enmedio hay alguna razón musical que es la que me mueve. En ese tema que citas, digo que hay lugares en los que me siento muy pronto que soy de ese lugar, en los que me siento muy bien acogida.

Cuando sacaste el primer disco de Amparanoia, “El poder de Machín” (1997), tuvo bastante repercusión popular, pero tú has sido luego bastante rebelde, te has ido por tu lugar haciendo lo que querías, ¿ha sido así?
Sí, la verdad es que sí. Siempre elijo la libertad, y tengo mis prioridades, mi primera prioridad es la música, yo estoy dedicada en cuerpo y alma a la música y a crecer y aprender y no quiero tener a nadie que me diga lo que debo o tengo que hacer, eso para mí es lo primero. Luego también tengo mi familia y no estoy dispuesta a renunciar a depende qué cosas. Y sí, me han ofrecido giras que suponían estar mucho tiempo fuera de casa, o proyectarme en otros países y he ido haciendo cosas, pero a mi ritmo, eligiendo yo y, bueno, me considero muy afortunada de poder hacer los discos que quiero hacer sin que nadie me diga cómo y de qué manera, y producirlo, escribirlo y estar hasta final, en el diseño, en todo hasta que le llega a las manos a la gente. Ese es el camino que elegí, y me siento muy contenta porque he triunfado y estoy triunfando en lo mío porque lo hago como lo quiero hacer.

¿”Tucson-Habana” es una producción completamente independiente?
Sí, llevo tiempo produciendo mis álbumes y, de alguna manera, nos asociamos con Pias hace algunos discos, trabajamos con ellos, y con otras compañías, en algunos países.

¿Te has quitado de salir por las noches, de beber y de conducir, como cantas en ‘Hoja en blanco’?
Sí, la verdad es que sí. Puedo salir y beber, pero no voy a conducir [risas]. Pero salir por la noche, la verdad es que cada vez salgo menos, si hay algo que me gusta mucho de música, sí que hago un esfuerzo, pero me gusta vivir el día desde temprano.

Vamos, que no ha sido una licencia literaria.
No, estoy siendo siendo muy sincera en todo el álbum, y ahí también.

¿Por qué esa versión, preciosa, de ‘La gata bajo la lluvia’?
Era un tema que me llamaba desde niña, desde niña tengo el recuerdo de esa canción de la gata, y de esa interpretación maravillosa de Rocío Durcal y, por supuesto, de la letra. Como mujer, es un tema que ha habido muchos momentos que ha pasado por mi cabeza cantarlo, pero empecé a cantarlo para los amigos y los amigos me dijeron “verás cómo a la gente le va a gustar”, y preparando los temas con los que íbamos a ir a La Habana, le preguntaba a la gente, le decía “este tema no sé si lo grabaremos, a ver qué os parece”, la verdad es que tenía mucho éxito, incluso un día pasó una gata por delante del escenario cuando lo estábamos cantando y me dije, “este tema se graba”. Disfruto muchísimo al cantarlo en directo, y me parece que la gente también lo disfruta.

Antes definías la propuesta de Amparanoia como más alegre y bailable, ¿esta nueva propuesta pretendes que sea más tranquila, llegar incluso a otro tipo de público?
No lo sé, es la gente la que tiene que verse identificada con lo que estoy contando, creo que ahora hay una complicidad, lo digo por los conciertos que vengo haciendo desde hace unos meses con este repertorio, se crea una complicidad y una energía muy fuerte. Cuando hablo con la gente para comentar qué les ha parecido me dicen que lo ven natural en mi evolución estar cantando estas canciones, que se emocionan con algunas. Compartimos momentos diferentes, no es festivo pero creo que estamos igual de unidos, pero con otro sentimiento.

¿Recuperas en directo temas de Amparanoia?
No, no es mi primera intención, aunque con estas cosas nunca puedes decir nunca jamás, porque son canciones y quizás vuelven algún día de alguna manera, pero ahora estaré presentando “Tucson-Habana” y creo que la gente entra, de alguna manera, en mi nueva película, y los temas quedan ahí en los discos y en el recuerdo de esa época y ahora estamos en este momento y en esto, que es lo que quiero compartir.

¿Te planteas en el futuro, tal vez en el próximo disco, seguir colaborando con Calexico?
Sí, por qué no, no lo sé, porque nunca sabemos lo que está por venir, pero está claro que esa experiencia ha sido muy gratificante para las dos partes, que a nivel de tocar en directo lo tenemos difícil, pero seguramente cuando tengamos un tiempo para grabar nuevas cosas, vamos a querer encontrarnos de nuevo porque hay mucho cariño, mucho respeto y mucha admiración. Así que confío en que sí, pero las puertas también están abiertas para que lleguen otras colaboraciones.

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AMPARO SÁNCHEZ 

Amparo Mercedes Sánchez Pérez conocida como Amparo Sánchez, nacida en Alcalá la Real (Jaén) el 24 de septiembre de 1969, es una cantante, compositora, música, escritora y productora española pionera del mestizaje musical.
Nació en Alcalá la Real pero fue en Granada donde inició su andadura musical junto a su primera banda, Correcaminos, alternando con otras formaciones como vocalista ocasional.

En 1993 se fue a Madrid donde grabó su primer disco titulado “Haces bien” con la Fábrica Magnética. Posteriormente creó el grupo The Gang.

En 1995 con una guitarra y canciones propias sumadas a algunas versiones empieza a tocar en algunos clubs del barrio de Malasaña. Junto con La Vacazul creó un grupo llamado Ampáranos del blues, con el que recorrió una parte de España y se abrió camino en Francia, estableciendo el cuartel general en Marsella. Marruecos, sobre todo Essaouira, Granada, Madrid y Marsella se convirtieron en fuente de inspiración para Amparo.2​

Manu Chao y Radio Bemba estaban instalados en Malasaña. Amparo trabajó también poniendo cañas en un bar llamado el Tío Vinagre. Donde pinchaban y muchas veces se amanecían entre guitarras, cajones, bongós y algún otro instrumento que acompañara a uno de los tantos músicos que aterrizaban ahí. Fue la semilla de Amparanoia2​ grupo creado en 1997.

En el 2000 descubrió México: la música, la pintura, Frida Kahlo, Chiapas y el movimiento revolucionario. En 2005 acompañada por sus tres músicos permanecerá durante un mes en la comunidad zapatista La Realidad. Allí graba la canción Somos viento.3​

En el año 2008 puso fin a Amparanoia y decidió recorrer un camino como solista. Fue una decisión madurada durante dos años -explicó en alguna entrevista- que surgió en 2006 en un concierto en Montreal cuando varios de sus músicos perdieron el vuelo para llegar hasta Canadá y ella tuvo que subir al escenario con un contrabajista y un baterista.4​

En la década del 2000 se afincó en San Pedro de Ribes.1​

Carrera en solitario
En 2010 editó su primer álbum en solitario, Tucson-Habana con un repertorio acústico compuesto íntegramente por la artista, con excepción del tema « La Parrandita de las Santas », de la autoría de la compositora y cantante cubana Mane Ferret . Fue grabado en dos etapas, una en 2007 en Tucson, Arizona y la otra en 2009 en La Habana. En el álbum se incluye una colaboración con Omara Portuondo.

En 2012 editó Alma de Cantaora, 13 canciones en la que también contó con colaboraciones: Caléxico (en Muchacho); Bebe (Fuera, fiera); De Pedro (Mujer levántante); Mane Ferret (Vieja pasión y "Pulpa de Tamarindo"); Arianna Puello (La flor de la palabra), Muerdo (Vueltas), Howe Gelb (el líder de Giant Sand, en la inglesa Free day) y Charlat'58 y Bongo Botrako (en la versión reggae de Alma de cantaora).

Se trata de un formato «más acústico», con un «viaje al interior y también al exterior, para reflejar lo que le está pasando al planeta», explica.1​

En 2014 editó el álbum Espíritu del sol .

Denuncia contra la violencia de género
En 2014 publicó el libro La niña y el lobo. Vivir para contarlo, una historia de violencia machista y superación, un libro en el que explicó su vivencia afrontando una década de malos tratos continuados que sufrió por parte de su pareja, desde su adolescencia, a los 14 años, hasta los 24.

Vida personal
Es madre de dos hijos. El primero nació cuando Amparo tenía 16 años.​ Durante una década, de los 14 a los 24 sufrió malos tratos por parte de su pareja. Contó su historia años más tarde en el libro "La niña y el lobo". Estuvo casada varios años con el también músico Manu Chao.


                                               




                                     


                                               





TONI CASTARNADO : 


Patti Smith, Ronnie Spector, Rosalía, Rocío Márquez, Maria del Mar Bonet o Courtney Barnett son algunas de las 101 mujeres que han pasado ante la grabadora del periodista colomense Toni Castarnado, quien ha reunido ese variopinto cúmulo de entrevistas en “Ellas cantan, ellas hablan” (Sílex, 19), su último libro. Lo cierto es que Castarnado se está especializando, al menos en el ámbito editor, por glosar el rol de la mujer en el mundo de la música popular. Pero si sus dos anteriores libros giraron en torno a discos (“Mujer y música. 144 discos que avalan esta relación”, de 2011; y “Mujeres y música. 144 discos más que avalan esta relación”, de 2014; ambos publicados por 66 RPM), este supone un jugoso complemento por cuando se centra en las vivencias, contadas de primera mano por un puñado de mujeres adscritas a múltiples estilos, de la música de raíz norteamericana al flamenco, pasando por la canción de autor, el soul o el blues. Entre ellas, hay más de treinta entrevistas exclusivas. El resto fueron rescatadas de sus colaboraciones en distintos medios a lo largo de las últimas dos décadas.

El lanzamiento del libro ha propiciado también un ciclo de charlas y actuaciones, a modo de presentación, que pasará por distintas bibliotecas públicas de Barcelona a lo largo del mes de marzo. Arranca hoy, lunes 4, en la Biblioteca Francesc Boix de Poble-sec con Myriam Swanson. Aquí puedes ver los detalles del ciclo.

Queda bastante claro que te gusta plantear las entrevistas como conversaciones. Incluso diría que eres de aquellos periodistas que necesitan dar su punto de vista sobre determinados temas sobre la marcha, para sacarle más jugo al entrevistado, aunque eso contravenga cierta idea de neutralidad, ¿no?
Totalmente. De hecho muchas veces se confunden las cosas. Me dicen que creo empatía. Pero no es eso lo que busco. De una entrevista en la que no hay empatía con el entrevistado también se generan conversaciones interesantes. En el libro hay algunas en las que no había una especial conexión ni química con la entrevistada, pero hay un toma y daca que te permite ir saltando de temas. Para mí, una buena entrevista es una buena conversación. También lo es aquella en la que tú le sacas al entrevistado la información que te interesa recabar. Y es muy diferente una entrevista promocional a otra que no lo es. Hay varios perfiles de entrevista. Y en este libro hay algunas de archivo que he ido haciendo con los años –muchas de promoción pura y dura–, en las que también busco la conversación (hay veces que es imposible), y otras que son exclusivas, treinta y cuatro en total en este libro, en las que sí que he buscado que me hablen un poco de todo, como ocurre con las de Martirio, Maria del Mar Bonet, Núria Graham o Leonor Watling. Pero sí, me gusta generar ese punto de estar como tomando un café, como si estuvieras con alguien que podría ser tu amigo.

Te confieso que me daba cierta pereza enfrentarme a un rosario de entrevistas en el que una de las preguntas se repitiera, de forma casi obligada: el papel de la mujer en la industria. Y puedo haber sido víctima de mis propios prejuicios, porque el elenco de respuestas que nutren es libro es de lo más variopinto, nada homogéneo. Más de lo que esperaba: desde Alba Molina, que se muestra más que escéptica ante el feminismo, hasta Joana Serrat, que está en contra de las cuotas de género, pasando por Alejandra Ribera, que hace una disección brillante y tremendamente lúcida sobre el asunto, o Laura Marling, quien directemente te dice que no se siente cómoda hablando de ese asunto con un hombre…
Bueno, igual esperabas que todas cayeran en el mismo tópico. Mira Sole Giménez, por ejemplo, que me dijo que le da miedo que esta nueva corriente feminista se convierta en una moda. Sí que es verdad que hay muchos puntos de vista, y al abanico es muy amplio.

¿Te sorprendió que fuera así?
Sí, sí que me sorprendió. Es verdad que es una pregunta que durante años he ido formulando siempre, aunque más en el sentido de cómo ven ellas la evolución de la mujer dentro de la música desde que la entrevistada comenzó hasta ahora, que es una pregunta más común. El ocho de marzo del año pasado sí que me ha dado la oportunidad de preguntarles cómo vivieron ese día. Y ahí sí que te encuentras respuestas de todo tipo. Tanto las que tenían un punto de vista crítico respecto a la posición de la mujer en este negocio como las que opinaban a un nivel más social. La de Alejandra Ribera la hice por email, precisamente, y tal cual me llegó me pareció brillante. Es importante que haya opiniones de todo tipo para al final llegar a consensos. Y es importante que el abanico abarque desde gente mayor que ya tiene su carrera hecha y ya no han de demostrar nada, hasta mujeres más jóvenes. Desde Joana Serrat, quien como decías está en contra de las cuotas, hasta Lucy Rose, que te cuenta los problemas que se encuentra cuando llega a una sala de conciertos. También hay gente que se posiciona de una manera más neutra, como Nina de Juan, que es escueta pero contundente. Está bien que haya varios elementos de juicio.

“Me parecía importante que, aparte de los cuatro o cinco casos más conocidos, se reconociera el trabajo de muchas otras mujeres que no tuvieron las trascendencia que merecían“
¿No te produce una sensación agridulce que tus tres últimos libros (como los de Anabel Vélez o el más reciente de Miguel Ángel Bargueño) surjan precisamente de un desequilibrio que es injusto? Es obvio que ninguno de nosotros se va a hacer rico escribiendo libros sobre música, pero sí te generan presencia mediática y un lógico orgullo, porque no es fácil completar un libro. Pero podría llegar un tiempo en el que la igualdad fuera real (o casi real) y ya no tuvieran sentido libros como el tuyo. ¿No crees?
Me parece fantástica la pregunta. Cuando publiqué mi primer libro, “Mujer y música: 144 discos que avalan esta relación”, en 2011, siempre decía que ojalá en un futuro esta clase de libros no tuvieran sentido. En aquel momento yo lo planteé como reivindicación del trabajo femenino en la música. Creí que estaría bien dar voz a muchas mujeres que durante muchos años habían luchado por hacerse un hueco en esta industria, y quería simplemente hablar de sus discos. Porque me parecía importante que, aparte de los cuatro o cinco casos más conocidos, los de Patti Smith, Chrissie Hynde, Madonna o Debbie Harry, se reconociera el trabajo de muchas otras mujeres que no tuvieron las trascendencia que merecían. Era mostrar un catálogo de discos importantes ya no solo desde un ámbito mainstream sino también desde un terreno más desconocido. Discos que tenían algo que contar, y además me gustaban. En el caso de este nuevo libro, viendo todo lo que se estaba generando con el nuevo impulso feminista, todo surge a raíz de tres o cuatro entrevistas seguidas que encadeno para varios medios (desde Sílvia Pérez Cruz a Rosalía, pasando por Rocío Márquez) en las que me doy cuenta de que me están contando cosas muy interesantes, sobre las que creo que ahora ellas pueden ejercer como un altavoz. Y qué mejor altavoz que las propias mújeres que hacen música. Sobre todo a raíz de la de Rocío Márquez, que me hizo planteamientos muy interesantes. Ahí me dije, ¿y por qué no un libro de entrevistas con todo el material que tengo? Pero no me surge de una manera muy preconcebida. De hecho, fue Alfonso Cardenal, de la SER, quien me planteó la idea. Me animé, aunque la verdad es que eso me cuesta poco, y como tenía mucho material de archivo de veinte años haciendo entrevistas, lo creí interesante. Pero sí que creo que mis dos anteriores libros en un futuro no tendrían que ser necesarios, más allá de su condición de guía de consulta. Sin más objeto que ese. Este es un libro de testimonios. Pero sí es verdad que puede llegar un día en el que no tenga sentido que ni yo ni otra gente aborde esto, porque debería estar asumido por la sociedad. Seguramente llegue, porque sí que están llegando cambios, como la paridad en algunos carteles, muy evidente en el caso del Primavera Sound, por ejemplo. Espero que así sea.

En el libro surgen personajes recurrentes, sobre todo en las respuestas, que serían como secundarios que aparecen con frecuencia, tanto masculinos como femeninos: es el caso Patti Smith, que era previsible (además de que también sale entrevistada), pero también de T-Bone Burnett o Tom Waits. ¿Te sorprendió o te sirvió para trazar algunos rasgos comunes?
El caso de Patti Smith es obvio, pero fijate que más que citarla a ella, las mujeres entrevistadas citan mucho su libro “Éramos unos niños”, que es como algo que empuja a muchas a seguir en esto de la música. Un libro que puede ser de mucha ayuda en un momento de fragilidad. Es como una guía espiritual para muchas mujeres que se dedican a la música, y creo que eso es fabuloso. En el caso de T-Bone Burnett, simplemente coincide que ha producido a muchas mujeres y es un tipo que deja huella. Ocurre con Alison Krauss o Imelda May. Todas enfatizan lo cómodo que les resulta trabajar con él. Y Tom Waits es debilidad personal, y sin quererlo, sale. Aparece en el caso de Leonor Watling o de Rickie Lee Jones, pero también es verdad que se da la circunstancia de que fue pareja de Rickie Lee Jones y luego Leonor Watling tuvo la suerte de entrevistarle, y no pude resisirme a preguntarle. Para toda la generación de Rocío Márquez o Sílvia Pérez Cruz también es un músico importante, como un pequeño género en sí mismo.

Otra cuestión común es la brecha cultural entre España y otros países de su entorno. La eterna consideración que se tiene aquí de la cultura como algo de segunda división.
Esa comparación se da mucho con Francia, al ser vecinos. Allí se cuida muchísimo la cultura. Yo viajo allí mucho por temas personales y se siguen comprando discos y libros en pueblos y ciudades muy pequeñas, en las que hay tiendas donde tienes acceso a la cultura. Ahora ha salido una ley con la que se le van a dar 500 euros a cada joven menor de 18 años para los pueda emplear en trabajos culturales. Surge el tema con Francia, pero también con Suecia. Creo que es en la entrevista con Ana Alcayde, que cuenta cómo llega allí, descubre la nyckelharpa y se genera un vínculo con el país. Yo creo que en España la cultura siempre queda en un segundo plano, o tenemos cierto complejo de inferioridad, quizá por la dificultades que tienen los propios músicos para ganarse la vida. María Rodés, por ejemplo, es de quienes me comentan que tienen que hacer otras cosas porque esto no le da para vivir como sería deseable. En cierta manera, hay un empobrecimiento cultural. Aunque creo que eso va cambiando: no hay más que ver la cantidad de libros musicales que se editan, algo que seguramente estamos generando entre todos, entre escritores, periodistas y músicos. O el boom de los festivales: no los hay si no hay público. Todo eso también es cultura. Incluso el cine, que todavía va gente a las salas, aunque creo que deberían ir más. Hay más ventajas que nunca para ir al cine. A mí me gusta ir al menos una vez a la semana. También somos un país que cree que el de al lado lo hace todo mejor. Simplemente tenemos nuestro propio carácter, y los que estamos en el ámbito de la cultura tenemos una misión, por eso nos involucramos en charlas, actividades… pero ese complejo de inferioridad está ahí. También venimos de dónde venimos, a nivel de democracia, con años y décadas de retraso en muchos sentidos. Pero yo soy más de ver el vaso medio lleno que medio vacío. Hay que ser optimista.



Otra cuestión es la poca música que escuchan la mayoría de las mujeres –algo extensible a los hombres, ojo– que se dedican a la música una vez han superado su periodo formativo. Lo poco que se actualizan. Es algo que extraes a modo de conclusión tras el bagaje acumulado tras tantas entrevistas a lo largo de dos décadas.
Esa sensación la he tenido siempre. Digamos que ese periodo formativo arranca a los once, doce o trece años, hasta los veinte, veintiuno o venitidós, en que ya te formas como profesional, ya seas músico o periodista. Y al final, siempre hay un momento en el cual te frenas. No se puede generalizar, pero sí que es verdad que cuesta encontrar músicos con quienes hablar de música. Y me genera un punto de contradicción. El músico –y también es loable, ojo– se centra en su propia música, en su propio arte, y cuando se retira de su profesión igual le apetece hacer otras cosas, irse a pasear al campo o cualquier otra cosa. Pero sí que me extraña. De hecho, creo que es La Yegros quien dice que igual escucha uno o dos discos al año. Eva Amaral, por contra, sí que es una persona que sigue descubriendo nueva música, pero también explica que en gran medida el hacer de DJ en ocasiones le obliga a estar al día. Muchos músicos escuchan discos de su entorno, de las amistades que van trabando con otros músicos en festivales o en salas. También pasa dentro del periodismo, que hay gente que quizá se quedó en esa franja de estilos que le marcó cuando era joven y tampoco se preocupan demasiado por descubrir cosas nuevas. No sé si a tí te pasa también eso, si cuando entrevistas a músicos tienes la sensación de que manejan muy pocos referentes…

“No se puede generalizar, pero sí que es verdad que cuesta encontrar músicos con quienes hablar de música“
Sí, seguramente no de una forma tan generalizada como te puede ocurrir a tí. Sí que es verdad que eso luego se ve reforzado, además, por el hecho de que a ningún músico le gusta que le cataloguen bajo ninguna etiqueta ni estilo.
Sí, el tema estilístico también está ahí. Hace veinte años te etiquetaban como country o heavy metal y los músicos lo aceptaban con mayor naturalidad, y ahora parece que tengan que saber de todo y hacer de todo. En la entrevista con Núria Graham le pregunto por su multidisciplinariedad, y ella reconoce que con ser músico tiene bastante, que no necesita escribir o pintar. Que no siente inquietud por hacer cosas que vayan más allá de la música. Y que ser músico ya es mucho.

Al hilo de esas tareas que a los músicos (mujeres y hombres) les toca hacer en estos tiempos: otra cuestión que planteas de forma muy habitual es sobre el uso de las redes sociales, y en las respuestas de las mujeres entrevistadas hay una ambivalencia general.
Las ven necesarias, pero en muchos casos les dan pereza. Yo soy el primero a quien le da mucha pereza. Tener que hacer un seguimiento en las redes sociales de la promoción del trabajo da pereza, pero hay que hacerlo. De hecho, a Eva Amaral le pregunté si se veía haciendo la promo como antes de que existieran las redes sociales, y me dijo que no. Ahora no sería posible. Pero Amanda Palmer, por ejemplo, que es una persona muy metida en redes sociales y que ha generado mucho movimiento a través de ellas, me dijo que claro que se puede vivir sin Twitter, Facebook o los blogs. Es verdad que hay opiniones muy ambivalentes y casi todas van ese camino de “es algo que tenemos que hacer”. Pero igual si se lo pudieran evitar, se lo evitarían. 

“En el primer volumen de “Mujer y música”, en 2011, me costó encontrar nombres del ámbito estatal, y con este he tenido auténticas dificultades para hacer una criba”
Otra cuestión que te interesa mucho, y no es moneda común en las entrevistas, es esa soledad que invade a la mujer que hace música cuando desaparece del escenario y se recluye en la habitación del hotel, o en el propio camerino.
Es una pregunta que hago con frecuencia porque siempre lo pienso. A pesar de que a los periodistas siempre se nos tilda de músicos frustrados, en mi caso nunca ha sido así, porque jamás he tenido la curiosidad de tocar un instrumento, y por otro lado no envidio la vida del músico. Porque tengo la sensación de que viajan mucho y están en un mundo muy bonito en el que conocen a mucha gente, pero al final es duro enfrentarte cada día a un público distinto, es una exigencia muy grande (algo que valoro mucho), y luego hay muchos momentos de soledad en la furgoneta o en el hotel. Ven muy poco de cada ciudad, llegan directamente a la sala, y cuando llegan a la habitación de hotel, que la mayoría son muy impersonales, deben pensar “¿qué hago?”. Me gusta mucho el testimonio de Martirio, que me dijo que cuando se baja del escenario es simplemente Maribel, y que a veces está en el hotel y se está comiendo un bocadillo de mala manera, y al final sabe que si necesita algo de su equipo, llama a alguno de ellos y le hacen un ratito de compañía. O Lucy Rose, que me decía que directamente odiaba algunas de las cosas de ir de gira, aunque cuando le acompaña su marido las lleva mejor. O Bedouine, que me decía que casi lo que más le preocupa es el hecho de poder dormir. Creo que está bien que los músicos expliquen cosas que vayan más allá de su propia función como músicos. Que cuenten lo que sienten ante según qué situaciones.

¿Te encontraste con entrevistadas especialmente difíciles, al margen del caso de Hope Sandoval o de Laura Marling?
Alguna.

¿Prefieres no decir nombres?
Tras la última que hice, que fue un encargo por parte de mi editor, a quien le hacía mucha ilusión que saliera, acabé sudando. Literalmente. Aunque quizá no se note mucho al leerla.

¿Te encontraste con alguna negativa por parte de alguien?
Sí.

¿Te dieron alguna razón?
No. Bueno, en un caso concreto, me llamó la manager en cuestión, porque quería saber si la entrevista iba a girar en torno al feminismo, al tema de la mujer o iba a ser más amplia. Le expliqué que no, que lo que quería era conversar y hablar de todo. Entonces accedió, porque sí que le apetecía, pero no quería ceñirse al tema del feminismo. En algunos casos, los menos, me dijeron que ya me contestarían y luego no lo hicieron. Igual fueron diez, de artistas de aquí. Pero bueno, no pasa absolutamente nada. Entra dentro de lo normal.

Para terminar, ¿en qué medida crees que ese desequilibrio de género se ha ido corrigiendo en los últimos años?
Yo soy bastante positivo en este tema, creo que ha habido una evolución para que esto se normalice. De hecho, no deberíamos ni utilizar el término “normalizar” porque ya debería estar normalizado. Creo que el tema de las cuotas es discutible, pero lo que es cierto es que el abanico de nombres ahora es grandísimo. En el primer volumen de “Mujer y música”, en 2011, me costó encontrar nombres del ámbito estatal, y con este he tenido auténticas dificultades para hacer una criba porque realmente había muchísimo entre lo que elegir. Christina Rosenvinge siempre me decía que el problema que tenían muchas mujeres jóvenes era el miedo a coger una guitarra o un instrumento, y la diferencia es que ahora se ha perdido ese miedo. Ya no es extraño ver mujeres sobre un escenario y haciendo música, ni ver revistas como MondoSonoro, Ruta 66 o Rockdelux, que cuando hacen las listas del año igual incluyen quince discos hechos por mujeres entre los mejores cuarenta, cuando antes igual habia tres, cuatro o cinco. Como mucho.



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