DISCÓPOLIS * J.M.LÓPEZ * - Radio 3 - RTVE -

 


Cuando en SENTIR el BLUES hacemos referencia a personajes, programas , escritos o referencias que merecen la aprobación generalizada del mundo de la música que nos gusta ,  que son reconocidísimos, al mas alto nivel, no de ahora , si no de hace décadas,  nosotros poco pintamos ahí ; simplemente nos limitamos a constatar datos que aparecen en los medios infinitamente más importantes que nuestro modestísimo blog. Hoy traemos aquí al programa de Radio 3 DISCÓPOLIS., y a su presentador J.M.LÓPEZ ,. y como hemos dicho anteriormente nos honramos con dar constancia de la evidencia , sin más comentarios que los que a vosotros os puede parecer.  LONG LIFE DISCÓPOLIS & J.M.LÓPEZ 

https://www.rtve.es/alacarta/audios/discopolis/

El 2 de enero de 1987, el periodista riojano José Miguel López (Haro, 1953) participaba inquieto en una mesa redonda en Logroño, convocado por la organización de Iberpop que comandaba Ignacio Faulín. Tenía razones para estar nervioso, porque sólo tres días después estrenaba un programa en Radio 3: llevaba tiempo cavilando para que cristalizaran todas las músicas que se batían en su cabeza, donde cabían los sonidos del mundo. Esa idea se llamaba (y se llama) ‘Discópolis‘. Hoy, está de cumpleaños: acaba de festejar sus 10.000 programas. Una cifra escalofriante que López encaja con su conocida facundia, ese irrefrenable entusiasmo que distingue sus pasos por la radio pública y tan adictivo resulta para su audiencia. Un viaje cosmopolita y abierto al mundo musical, según el eslogan que preside tan proteica singladura, compartido por una legión de seguidores que tienen en López a su profeta y en ‘Discópolis’, a su biblia particular. Jorge Alacid le ha entrevistado para La Rioja

«Ese día me tuve que ir a Madrid a todo correr desde Logroño», recuerda, mientras rebobina esos días que condujeron sus pasos hacia el micrófono de ‘Discópolis‘, luego de otras gloriosas peripecias en Radio 3, emisora que cobijaba sus andanzas desde temprana hora: llevaba ya diez años en Radio Nacional, donde había ingresado con otros colegas luego célebres, como Pedro Piqueras o Fernando García Delgado, militando en lo que llama «la primera promoción democrática», en 1977.

López acabó pidiendo el traslado desde su inicial destino en Radio Exterior a la entonces emergente Radio 3. Un recién nacido que por 1979 sólo emitía en su versión corta (unas pocas horas al día), hasta que en 1981 emergió como (más o menos) lo que es hoy: una radio consagrada a la música sin horario de cierre. 24 horas cada día, hazaña a la que contribuyeron esos pioneros que, como José Miguel López, combinaban una ilusión genuina con una saludable dosis de intrepidez. «Yo creo que ‘Discópolis‘ se me empezó a ocurrir desde que entré en Radio 3», rememora.

López va repasando sus comienzos en la emisora, a las órdenes de Salvador Valdés, en ‘Perfil del ruedo‘, desde donde saltó a su propio espacio: ‘Disiden-3‘, al servicio de unos sones emergentes que empezaban a conquistar al público. «Como nos dieron un horario pésimo, los domingos de 9 a 12 de la noche, nuestra obligación era hacer la cosa más friqui del mundo», se ríe. ¿Por ejemplo? «Recuerdo un programa sobre punk peruano, que fue una locura pero ahora se ha convertido en una especie de clásico. Pura antropología de radio musical». Con estas extravagantes piruetas, López iba abonando el terreno para alumbrar el proyecto que le acabó dando fama: esa criatura llamada ‘Discópolis‘, que tuvo como partero al llorado Fernando Argenta, entonces al frente de la radio pública. Fue él quien le encargó que se pusiera a los mandos de algo aún inclasificable. Un territorio pendiente de explorar donde López materializara la petición de su jefe: «Me dijo que hiciera un programa donde en vez de jugar a la contra, jugara a favor». ¿Traducción? «Más asequible para la audiencia».

Así que el periodista riojano supo explorar con astuto olfato ese mundo que se abría por los intersticios del ‘mainstream’, porque contaba con un oyente predispuesto a dejarse seducir por toda ocurrencia que huyera de lo más trillado. Frente a las pócimas de la radio-fórmula, López preparó un bebedizo que contaba esta vez con un horario asequible (las cinco de la tarde), en cuya imaginaria coctelera agitaba «desde sonidos africanos a cantautores, pasando por el rock sinfónico: menos pop, todo lo demás». Sí, había nacido ‘Discópolis‘. «Una mezcla equilibrada», en palabras de su creador, servida en formato de fácil digestión: en cómodas «píldoras». «Nunca abusamos de un género en perjuicio de otro», añade.

¿Resultado? «A la gente le gustó esta idea desde el primer momento», asegura López, quien se pone sarcástico mientras desempolva la moviola. «Es que eran los años de la movida, los años de la arruga es bella», relata, «y de repente sale un barbudo como yo y le dice a la gente que todo es arruga. Que para arrugarnos valemos todos». Sobre tan irreverentes cimientos construyó hace 10.000 programas su particular edén, con la esperanza compartida con su audiencia de que si hubiera otros 10.000 programas más, ‘Discópolis’ seguiría fiel a sus principios. Que revisa con la agilidad propia de quien lleva media vida ante un micrófono: «’Discópolis’ seguirá siendo lo que fue desde su inicio, porque era una idea muy pensada. Un programa nada complaciente, exigente. Sobre todo, respecto al oyente».

– ¿Y el futuro, José Miguel?

– Todo tiene su fin, como cantaban Los Módulos. Pero yo estoy dispuesto a seguir. Es muy gratificante. He tenido premios y recompensas, pero, sobre todo, el favor de los oyentes. Mientras lo siga teniendo, nadie querría dejar un trabajo tan agradable.



José Miguel López (Haro, Rioja - 1953) es periodista , licenciado en la Facultad de Ciencias de la Información. Redactor de Radio Nacional de España desde 1977. Director del programa "Discópolis" (Radio 3) desde 1987. Premio europeo de radio, "Deutsche Welle" 2002. Autor de "Robert Fripp - King Crimson: Música de alto riesgo" (1995). Coordinador del libro "La radio musical en España"(IORTV 2001). Delegado en la Unión Europea de Radio. Productor de los discos "Couleurs de Madrid" (Radio France International, 2000), "Discópolis" (Boa 2002) y de la parte literaria de "Las Músicas de los Balcanes" (FNAC 2001). Colaborador de diversas enciclopedias temáticas musicales. Miembro del panel de críticos europeos "World Music Charts Europe".

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  http://guiadelaradio.com/jose-miguel-lopez-rne-3-discopolis-seguira-siendo-exigente


José Miguel López


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P: Una pregunta de difícil respuesta a la que estamos sometidos las gentes del jazz ¿qué es el jazz para ti?

J.L.: No soy crítico de jazz pero sí he estado mesa con mesa con Paco Montes durante muchos años y he aprendido mucho de él. Y él respecto a esa pregunta me decía: "eso me lo han preguntado ochocientas veces y yo digo siempre lo mismo: esto es jazz".  Y "Esto es Jazz" era su programa y demostraba lo que era poniendo música.

Yo recuerdo que una vez le hice una entrevista a Count Basie en Sitges hace unos veinticinco años y le pregunté qué era el jazz para él. Me miró con una cara como diciendo: "este marciano de dónde ha salido". Y me dijo: "hey man, ¿tienes tiempo para que te lo cuente?". Y me di cuenta de lo ingenuo que era.

¿Qué es jazz? Madre mía. Desde luego es una música del siglo XX que se origina en el sur de Estados Unidos donde se mezclan por un lado los cantos de trabajo ancestrales negros que tienen también su raíz en ciertas formas de "llamada-respuesta" de raíz africana. Se mezclan instrumentos europeos de las bandas de metales emigrantes de centro-europa. Se mezcla todo eso con los cantos negros, con una tradición de un piano muy particular y de toda esa mezcolanza surge algo que a partir de los años diez se empieza a llamar jazz. Porque desde el jazz de Nueva Orleans a lo que hoy llamamos jazz, fíjate tu lo que ha llovido. Pero el jazz es una forma expresiva musical muy importante del siglo XX.

P: ¿Cuál es tu relación inicial con el jazz, tu primer encuentro con esta música?

J.L.: Siendo estudiante. Cuando a uno le gusta la música te gustan todos los estilos. Mis contactos con el jazz son de siempre. Yo me acuerdo que mi madre me decía que de pequeño movía mucho el "culito" bailando eso de "Rosemary Clooney" que decía eso de "Mambo italiano..." y cosas por el estilo. Aquello no era jazz pero tenía swing. Yo me he "chupado" los primeros festivales de jazz de Donosti. Me iba a Barcelona a "La Cova del Drac" a ver qué había allí.

Yo soy más rockero que jazzista y me acuerdo de un disco que hicieron los "Lone Star" titulado "in jazz" que me parecía maravilloso y nadie de mis compañeros no lo entendía. Mi contacto con el jazz es híbrido, es mixto, en realidad como todo mi aprendizaje musical.

P: Jazz y España, Jazz e Instituciones… ¿palabras de difícil convivencia?

J.L.: Estamos ahora en una muestra ahora por el Injuve en Ibiza* por lo que decir que la relación es patética se cae por la propia base. Pero claro, esto es una isla y no hay más. Esto es el sueño de una noche de verano, está muy bien pero la relación instituciones-música no existe. Hay algo pero es tan poco. Es realmente patética.

P: ¿Qué ha de cambiar para que el jazz español alcance la madurez? (si es que no la hubiera alcanzado)

J.L.: Sí ha alcanzado madurez pero los músicos de jazz tienen que vivir, que comer... yo recuerdo haber hablado de esto con Blady Bass y sobre todo con Pedro Iturralde. Son músicos enormes que se han tenido que ganar la vida haciendo bandas sonoras, siendo músicos de sesión...

Fíjate Pepe Nieto. Es un batería de jazz impresionante, de lo mejor, pero sin embargo es más conocido como autor de bandas sonoras de películas, como primer batería de los "Pequeniques"... pero por qué no se dedica al jazz... porque no puede. Porque necesita comer todos los días.

Los músicos de jazz que consiguen vivir de esto son dignos de admiración. Un Chano Domínguez, un Jorge Pardo... pero son una docena. Lo que tiene que cambiar es la política musical de este país de arriba a abajo. Se tiene que enseñar música de verdad a la gente, se tiene que saber qué es música de verdad y qué es canción para consumir en el momento y adios... ahí seguramente apoyaríamos que los músicos de jazz tuvieran posibilidad de sobrevivir. No tenemos big bands en España. Hay muy buenos músicos pero no hay continuidad. No hay una gran banda en Radio Nacional como sí la hay en otras radios como la WDR. ¿Por qué no la tenemos? Porque no se cree en ello.

También están los sitios en los que se tocan durante el invierno, no digo durante el verano. Porque los festivales que hay no están mal pero son sólo para un mes. Y los músicos comen los doce meses. Y esos locales de invierno son pequeños, pocos y tienen problemas de insonorizaciones con los vecinos... la problemática es muy fuerte y por ello me maravillo de que todavía tengamos grandes músicos. Músicos como Tomás San Miguel, que toca el piano como los ángeles. Un Paxariño, que es excepcional. Los jóvenes como Abe Rábade, Llibert Fortuny...  sigue saliendo gente joven. Y yo como profesional me planteo: ¿cómo les puedo ayudar? Está claro que difundiendo esa música. Y ¡encima son buenos! Pero tenemos mucho por mejorar.

P: ¿Qué nombres de nuestro jazz consideras destacan en este momento?

J.L.: Es complicado porque siempre se te queda algún nombre fuera. He dado algunos nombres pero hay muchos más. Por ejemplo en contrabajo, Baldo Martínez es una contrabajista impresionante. Pero me pones en un aprieto. Yo sacaría una relación de cuarenta, cincuenta músicos con mucho nivel.

P: Del panorama internacional del jazz, ¿qué nombres y movimientos te llaman especialmente la atención?

J.L.: A mí, en cuanto a gustos particulares, mi favorito es John Coltrane desde hace treinta años. Siempre me ha fascinado a todos los niveles. Del panorama actual Joe Zawinul me parece fundamental porque ha sabido evolucionar. Richard Bona. Brad Mehldau me encanta. Stefano di Battista es un monstruo. 

P: ¿Cuál es tu valoración del actual panorama de festivales de jazz en España? ¿Jazz o acto social? ¿Se cuenta suficientemente con el jazz español y europeo? ¿Merecerían en todo caso estos últimos presencia sobre esos escenarios?

J.L.: El panorama de festivales de jazz... este año se ha desmadrado, hay un montón de festivales. Yo estoy encantado. Todo esto ha empezado con los festivales étnicos. Apostaron un par o tres de ayuntamientos y ahora hay un festival étnico en localidades de lo más pequeñas. Esto ha contagiado a los de jazz y ahora hay muchos. ¿Todos son válidos? ¿Todos son jazz?... el mal ejemplo lo puso ya hace unos años Montreux.  Festival de Jazz de Montreux y dices: ¿qué pinta aquí - por mucho que me guste - Joe Cocker? ¿Santana? Empezaron a cambiar el concepto y a contaminar y eso ya no era jazz. Eso se contagió a San Sebastián que tuvo un momento de crisis donde no sabían si seguir con el jazz puro o si abrir la mano y hacer como Montreux. Y siguieron esa línea que para mí es equivocada. Yo las mezclas las tengo en los ritmos étnicos. Por ejemplo el de San Javier es una mezcla... con todos mis respetos...

La mezcla es lo que hizo el jazz, pero el jazz está ya definido, tiene suficientes líneas, no veinte si no treinta caminos muy interesantes... ¿por qué tienes que hacerlo más rentable?... hombre, para que la gente te venga y te compre la entrada y entonces es cuando el festival se convierte en un acto social. Hay algunos festivales que vas y ves un desfile de modelos. Y a mí eso no me interesa.

El público que puede ir a un festival de jazz es aquel que está en una ciudad bonita de vacaciones y de paso se va a una actuación. Cada uno tiene sus gustos y el mío es ir a oír jazz. Además hay que distinguir entre un festival y un club. Es lo que pasa por ejemplo con el "Calle 54" de Madrid. El otro día presenté a Tomás San Miguel allí y me quedé asombrado porque había silencio. Y digo asombrado porque el club está concebido para que no haya silencio.  Que la gente se calle en una actuación es muy complicado. Yo recuerdo los locales clásicos madrileños como el "Bourbon Street" que tenían su barra por supuesto, pero cuando el grupo salía había silencio. Por supuesto había gente que hablaba, pero no te molestaba. Aquí no, aquí la gente va a hablar.

Por lo tanto una cosa es el club y otra el festival. Al festival se supone que vas a escuchar. Podemos hablar de si Mendizorrotza (Vitoria) reune condiciones o no. De si San Sebastián o de si aquí en Ibiza es el mejor escenario... esto es tan complicado... pero por parte del público debía haber respeto hacia el artista. Aquí en Ibiza existe, al menos las primeras filas están en silencio absoluto, pero claro, vete un poco más atrás.

Tengo una anécdota de un concierto de Pink Floyd. Era carísimo, la entrada costaba una pasta. Te hablo de hace ya diez o quince años. Y a mi lado había unos tíos que estuvieron tumbados las dos horas que duró el concierto. No sé si estaban dormidos o dónde estaban. Los conciertos de Pink Floyd son casi óperas (con los cerdos volando, los fuegos artificiales, pantallas, luces...).  Ellos no vieron nada... o quizá vieron más que yo.  Y yo me decía: estos tíos han pagado una millonada por tumbarse en el cemento y no se han enterado de nada. 

P: ¿Festivales o programación de club?

J.L.: Es que si yo, por ejemplo, pudiera estar en "Calle 54" escuchando en silencio a alguien pues me quedo con eso. Pero si no hay silencio por lo menos que el ambiente sea de fondo. Me gusta el sitio donde puedo disfrutar del músico y si es sin amplificación mejor. Por eso me quedo con el club siempre y cuando se oiga.

P: ¿Cuál es la realidad del jazz en tu región?

J.L.: Está el club de jazz del San Juan que se mueven y hacen cosas interesantes. El "Café Central" pero tiene un ruido tremendo. "Clamores" tiene programación muy interesante pero tienes que tener suerte. Yo vi allí a Bill Bruford con Larry Coryell en un sitio privilegiado. Pero estábamos como latas de sardinas. Podías decir que lo habías visto pero podías acabar con unas agujetas... Hombre, en Madrid hay sitios... ¡si no los hay en Madrid!... la oferta ha mejorado. Hay programaciones semanales donde puedes ver a gente como Chano o Ximo Tebar. 

P: ¿Qué objetivos te planteas como periodista con "Discópolis"?

J.L.: Se dice todos los días en la cabecera del programa: un viaje cosmopolita y abierto al mundo musical.  Es una cabecera que mantengo desde hace dieciséis años y medio. Cuatro mil quinientas y pico ediciones. Y fue muy medida. Busqué precisamente eso. Lo del mundo musical es muy importante porque después surgió la "world music" y estoy hablando del año 87. Hay gente que pensaba que lo había cambiado y no.Todos los estilos son iguales y los ghettos son malos. Por ejemplo, meter a Salif Keita en un programa de "world music" me parece un ghetto. Meter a Mehldau en un programa de jazz la noche del miércoles a las dos de la madrugada me parece una pasada, un ghetto absoluto. Que no pueda sonar Jorge Pardo o incluso entrevistarle a las cuatro de la tarde... eso es lo que quiere romper "Discópolis". Romper ghettos y poder ofrecer todo lo bueno. Nada de discos rojos de compañías, nada de "chorraditas" de "O.T."... pero que un cantautor, un Benito Lertxundi estuviera a la misma altura que un Chano Domínguez o que cualquiera. Lo que trato es de darles cariño, respeto y reconocer su música.

P: 5 discos imprescindibles de tu discoteca

J.L.: "A love supreme" de John Coltrane es fundamental. Uno que me gusta mucho reciente es el "Requiem" de Branford Marsalis que es un disco sentido y muy bueno. De Thelonius Monk, genéricamente "Round Midnight". Del septeto de Count Basie me parece que había uno que se llama "Count Basie Septet". De Weather Report "Black Market".

P: 5 directos de tu vida (a los que acudiste… no se refiere a grabaciones)

J.L.: Miles Davis en el Palacio de Deportes de Madrid en el años ochenta y algo. Uno de Freddie Hubbard en Donosti que me dejó (no estaba como está ahora). Me llamó mucho la atención una etapa de Pedro Iturralde haciendo jazz-flamenco con Paco de Lucía en pequeños clubes. Chano Domínguez en Ibiza hace dos años. Quizá por la proximidad de su muerte recuerdo un concierto en enero en Cannes, en un pequeño club con cuarenta personas, de Herbie Mann.

P: Algo que quieras añadir

J.L.: Pues que esta lista es muy subjetiva, que la memoria falla. Habría que ser mucho más objetivo. También quiero añadir un mensaje de optimismo y una petición. El mensaje es que todo el mundo que pueda apoye la buena música y desprecie radicalmente la mala. Y la petición es que cosas como estas del Injuve** o vuestra página la apoyen. Que den un poquito de ayuda. Cariño, presencia, medios, que haya un sitio donde recurrir. Yo estoy muy acuerdo con el manifiesto de la asociación de músicos españoles de jazz.

P: Hablando de ese manifiesto. ¿Lo de la cuota de presencia de músicos de jazz españoles no es un poco equivocado? ¿Ese es el modo de conseguirlo? En Francia se hace pero...

J.L.: La cuota tiene trampa. Francia es un mercado muy especial. Pero la cuota de mercado que se trató de instaurar en España a finales de los 70 (Fraga intentó implantar una cuota)... y de hecho hay una cuota de cine en televisión. Pero claro, si te ponen la película a las 4 de la mañana ¿de qué te sirve? Como estoy contra los getthos creo que lo de las cuotas es muy peligroso. Yo creo que estaría mejor despertar las conciencias y formar a los programadores, a los periodistas, a los radiofonistas... para que tuvieran conciencia de que el que tenemos al lado tiene que comer y es bueno. Y seguramente si come aprenderá a tocar mejor. Yo apoyaría más eso que la cuota. Que todos los que trabajamos en esto nos concienciáramos de que tenemos que apoyar. Programar cosas buenas. A mí las compañías me presionan lo que pueden y más. Y los promotores... lógico, es su trabajo pero el mío es decir: ¡eh!, estos son mis criterios. Si esta filosofía fuera compartida por más gente (hay gente que lo hace)... pero ojalá fuéramos la mayoría. Y la cuota no sería necesaria porque yo en mi cabeza ya tengo esa cuota.

*La entrevista fue realizada durante la Muestra de Jazz del Injuve en Ibiza entre el 22 y el 26 de julio de 2003.

** Muestra de Jazz del Injuve


INFO APPEARS IN :  http://www.tomajazz.com/perfiles/lopez_jose_miguel.htm

   

   



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